Existen tipos de botellas de vino con diferentes formas y colores. Encontramos también distintos tamaños. Las botellas del cava son diferentes a las del vino tinto. ¿Sabes por qué? Te lo contamos en este post.
Por Esther Ibáñez
¿Por qué las botellas de vino tienen el tamaño de 75 cl.?
Es una pregunta que puede hacerse cualquier aficionado al vino. ¿Y por qué no un litro, que es el tamaño habitual en muchas otras bebidas?
La explicación tiene que ver con la capacidad pulmonar humana, pues las primeras botellas de vino se fabricaban una a una, soplando el vidrio por un tubo.
Un buen soplador difícilmente alcanzaba un tamaño mayor al de 75 cl. Aunque resulta lógico que las botellas sopladas manualmente diferían en algunos centilitros una de otra, debido a su elaboración artesanal.
Esa medida se fue manteniendo incluso cuando las botellas de vino comenzaron a fabricarse industrialmente, siendo actualmente el tamaño más frecuente.
Por sus hombros las conocerás
Las botellas más comunes son las bordelesas, con los hombros redondeados.
Las borgoñonas tienen los hombros en forma de cono y las llamadas renanas son las más alargadas.
Actualmente muchos vinos se embotellan en botellas de vino troncocónicas, cuyo cuerpo cilíndrico termina en hombros angulosos.
Las botellas de espumosos, preparadas para resistir los seis kilos de presión que se producen en la segunda fermentación en botella, suelen tener las paredes gruesas, la base reforzada y un gollete (circulo en relieve junto a la boquilla) donde se asegura la chapa y posteriormente el corcho.
Todas menos una: el mítico Champagne Cristal de Louis Roederer. La única botella de champagne con fondo plano.
Fue creado en 1876 para uso exclusivo del zar Alejandro II quien sospechaba que alguno de sus múltiples enemigos pudiera esconder un explosivo en el hueco que tienen todas las demás botellas de este espumoso.
Además de las mencionadas tipologías de botellas, existen algunas que caracterizan los vinos de una región en concreto, como por ejemplo las robustas botellas de vino de Oporto, las clásicas de Jerez o las recubiertas por un cestillo de paja, propias del Chianti.
Es curioso que este método que busca proteger la botella de vino de roturas no tiene paternidad conocida y por ello, como muchos de los inventos huérfanos del país transalpino, se dice que fue el mismísimo Leonardo da Vinci a quién se le ocurrió este sistema.