El champagne es generalmente sinónimo de lujo, pero si a la palabra champagne le sumamos la marca Krug, ese lujo se hace exquisito. Pero ¿todos entendemos lo mismo cuando hablamos de lujo? Eso es justamente lo que más me gusta de Krug, su particular concepto de lujo que convierte a esta Maison en única.
Glòria Vallès
Hace unos días tuve el honor de poder conectar en directo vía Instagram con Maggie Henríquez, Presidenta y CEO de Krug Champagne, la casa histórica de champagne que nació en 1843 en Reims de la mano del inconformista Joseph Krug. La Maison Krug pertenece hoy al gigante del lujo, el grupo LVMH, pero mantiene la esencia de lo que su creador quiso que fuera : el sueño de Joseph Krug siempre fue recrear la expresión más generosa del champagne en cada vendimia, a pesar de las variaciones del clima, y Krug es a día de hoy la única casa en crear cada año champagne de prestigio.
Sobre el lujo pudimos conversar ampliamente con Maggie Henríquez, copa de Krug Grand Cuvé 168è Edition en mano ;-). “La palabra lujo nació muy sobre utilizada… Yo siempre asociaba el lujo con lo superficial y con el Bling-Bling, y mi primer año en Krug fue muy malo… eso me hizo darme cuenta que no tenía experiencia en el lujo” contaba durante el directo.
Después de este primer año en la bodega (previamente había dirigido otras bodegas de la firma), alguien compartió con Maggie su particular idea del lujo : «el lujo es el tiempo»... Fue cuando ella decidió comenzar a a leer para comprender las raíces y la historia de la casa. “Desde el día que entendí el lujo, de verdad, me encanta hacer la analogía de que el lujo es la luz que alumbra el camino para los otros”.
Este es un concepto de lujo original y requiere un poco más de explicación : “Las casas de lujo están obligadas a buscar innovación permanente, y esa innovación es la luz. Por eso la función del lujo es muy importante, porque cualquier casa de lujo está obligada a mirar adelante y aportar esa luz en el camino para los demás. Es un compromiso profundo”.