Referencia de la región del Bages, Abadal nació para transmitir con sus vinos la singularidad de la tierra y el paisaje. Este es y será siempre el legado de la familia Roqueta, conservar el Patrimonio y compartir la historia.
Por Glòria Vallès
Hablar con el enólogo Ramon Roqueta es para cualquier amante del vino un privilegio, un momento para descubrir parte de la historia vitivinícola de Cataluña. Ramon asume con gran visión y pasión el legado que la familia Roqueta traspasa de padres a hijos desde el Siglo XII. Esta es una familia enamorada del vino y de la tradición, una familia de viticultores que no solamente hace vino – y lo hace bien – sino que además se compromete con el territorio y el entorno natural. “La trayectoria demuestra el compromiso y el respeto a la tierra y a sus frutos, a quienes hemos dedicado en todo momento el máximo rigor y los mejores recursos” dice su padre Valentí Roqueta, fundador de Abadal. Y así se descubre cuando visitas Abadal, tradición y modernidad en un solo espacio, legado que se comparte con los visitantes.
UN LUGAR CASI SAGRADO, DONDE LA HISTORIA PERMANECE Y LAS TRADICIONES PERDURAN
En el momento de llegar a la finca ya podemos percibir que estamos entrando en una bodega de puro Winestyle. Un lugar casi sagrado, donde la historia permanece y las tradiciones perduran. El equipo de Abadal está haciendo grandes esfuerzos para recuperar variedades autóctonas del Bages como la Picapoll o la Mandó. “La Mandó es una variedad que se adapta mejor al clima actual que al de hace años”, comenta Ramon Roqueta. “Con el cambio climático, ahora madura en el momento adecuado, mientras que antiguamente era una variedad que tardaba mucho en madurar”. La Picapoll es la variedad autóctona de la Denominación de Origen Pla de Bages, y nos brinda vinos frescos llenos de fruta fresca y flores, con una acidez y graduación moderadas.
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