D.O. Ribeiro: En [re]construcción
Ribeiro parece despertar de su letargo tras las enormes dificultades que ha padecido a lo largo de su historia. De entre ellas, dos representan los mayores retos a los que se enfrenta, pero a su vez, también suponen una característica única, distintiva y muy personal:
- De un lado; lastrado por la herencia cultural del minifundio, la atomización de productores en la comarca constituye una suerte de personalísimo y bellísimo puzzle que salpica de manera anárquica con vides y pequeñas parcelas el horizonte; pero que sin embargo genera a su vez cierta dificultad en la estructuración y regulación de una D.O. que se sabe necesaria para el desarrollo económico de la comarca.
- De otro lado, el abandono de las fincas y parcelas, fruto de una masiva emigración entre los años veinte y sesenta del pasado siglo, condenó al ostracismo durante casi medio siglo a la comarca.
Pero hoy, Ribeiro se despereza. Renace convencida y confiada. Y lo hace de la mano de los hijos y nietos de los que un día se fueron; porque volver es trascender.
¿Donde?
La comarca de Ribeiro se ubica en la provincia de Ourense. A medio camino entre la influencia marítima y continental, la D.O. Ribeiro se enmarca en 3000 hectáreas repartidas en tres valles y tres ríos (Miño, Avia y Arnoia); una caprichosa convergencia geográfica y climática perfecta para el cultivo de la vid, aunque particularmente húmeda.
Arnoia, Beade, Carballeda de Avia, Castrelo de Miño, Cenlle, Cortegada, Leiro, Punxín y algunas parroquias de Carballiño, Toén y San Amaro; conforman las poblaciones que forman parte intrínseca de la D.O.
LA HUMEDAD, LAS NIEBLAS Y LAS HELADAS, FORMADAS PRINCIPALMENTE EN LAS HONDONADAS, SON FACTORES DECISIVOS QUE LOS VITICULTORES DEBEN TENER MUY EN CUENTA.
Viñedos en el fin del mundo: una de viticultura heroica
Si bien existen diferentes orientaciones y otras particularidades, las tres subzonas de la D.O. (Valle de Arnoia, Valle de Avia y Valle del Miño) coinciden en una orografía difícil con pronunciadas pendientes y ondulaciones. Y siendo el suelo particularmente arenoso y rico en sábrego (granito descompuesto) existe el riesgo continuo de corrimientos de tierra tras una abundante lluvia.
De ahí que gran parte del cultivo de los suelos están abancalados para disminuir las pendientes y facilitar un laboreo de otro modo imposible.
En lo climático, la humedad, las nieblas y las heladas, formadas principalmente en las hondonadas, son factores decisivos que los viticultores deben tener muy en cuenta. Trabajar el suelo es fundamental para evitar que la humedad afecte a la cepa, pudiendo enfermar por infecciones fúngicas. De ahí la presencia de parras y cepas altas sujetas a esta necesidad que, sin embargo, conforman una estampa a modo de jardín modernista, de naturaleza exuberante, que vale la pena retener en la retina y la memoria.
Mientras los picos y bordes de montañas constituyen una barrera natural, aislándola de la cercana influencia marítima (a 45km del Atlántico); los ríos ejercen una fuerza contraria de acción moderadora de las temperaturas, que oscilan entre unos suaves 11 y 15Cº.
Una suerte de autorregulación endógena, una consciencia terrenal que se apiada de una tierra castigada en demasía; San Martín mediante.
Estas particularidades acentúan la compleja idiosincracia de la comarca y la ingeniosa manera de trabajar el viñedo. La tradición como herramienta y desarrollo de una manera ancestral y creativa de relacionarse con la vid y su entorno.