Cuando hablamos de lugares imprescindibles para disfrutar del vino normalmente pensamos en bodegas, regiones vitivinícolas o Wine Bars en grandes ciudades. Pero a veces podemos tener sorpresas, y esto es lo que nos pasó en el Hotel Grau Roig de Andorra, donde su fabulosa carta de vinos con referencias de todo el mundo es puro placer.
Por Glòria Vallès
Al pie de las pistas de esquí encontramos una gran variedad de etiquetas de Stellenbosch, Mclaren Vale, Pfalz, Napa Valley, Alsace, Sauternes, Veneto… Cualquier región productora con un cierto carisma se ve representada en la bodega del restaurante del Hotel Grau Roig. Es un clásico que conocen quienes tiene por costumbre esquiar en las pistas de Grau Roig, y todo un descubrimiento para quienes no habíamos estado aquí antes.
No hay nada comparable a un día soleado de esquí en una de las mejores estaciones de Andorra, Grandvalira, que termina con una comida con un buen bacalao con espinacas crujientes acompañado de un Corton Grand Cru 2009 Bonneau de Martay, o un rabo de toro servido con una copa de Chateau Margaux 1982 Premier Grand Cru Classé. A parte de los clásicos, el restaurante sirve también dos vinos de alta montaña: un riesling 100% nacional, Escol 2001, y un gewsrtraminer 100%, cultivado y elaborado también en Andorra, Cim de Cel 2011.
Aunque no hace falta ser deportista ni esquiador para llegar hasta aquí. El hotel Grau Roig merece una escapada incluso en primavera o verano, época ideal para descubrir los senderos a pie por la zona, o acercarse hasta allí desde Andorra La Vella o desde la Cerdanya para ir a comer y disfrutar de la tarde en la terraza con una botella de champagne.
Las preciosas habitaciones que ha reformado el hotel recientemente y el Spa con tratamientos de Ayurveda y de relajación, son el complemento ideal de un fin de semana entre vinos y nieve en Andorra. Lo que más me llamó la atención: las bañeras en forma de barrica, que son auténticos cubos de madera en los que puedes relajarte como si te encontraras en pleno proceso de maceración o fermentación, como el vino. Las butacas forradas en piel de vaca son también un detalle interesante de la decoración, así como las vistas a la montaña para relajarse en cualquier momento del año.
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