Entonces, ¿qué ha ocurrido para que percibamos al Penedés como tierra de blancos y cava?
Veámoslo:
El Penedès: Un jardín ampelográfico sujeto a una entropía paradójica
Ubicadas en el corazón de la Depresión Prelitoral catalana, al abrigo de la Cordillera Prelitoral y extendidas en pequeñas llanuras que abrazan la costa mediterránea, maduran las viñas del Penedés.
Como he comentado anteriormente, en la vastísima historia del Penedés se han sucedido episodios que hacen de esta comarca un foco de continua reinvención; siempre por la pura necesidad de subsistencia.
Podríamos decir que, al Penedés, nunca hasta hoy se le ha permitido Ser y/o expresarse desnudo y sin complejos ante el Mundo Vino.
Así, el veto holandés a los vinos de Francia durante el s. XVII tras una disputa comercial, supuso una revolución en los viñedos del Penedés, que veía como las producciones de vino blanco destinado a la destilación se multiplicaba de manera exponencial para hacer frente a esta nueva demanda. Las variedades tintas como la sumoll, aunque productivas, eran poco menos que un estorbo….
Pero el karma se antoja inevitable. Así, la filoxera dio al traste con todo el viñedo europeo. Era, quizás, la oportunidad para reordenar la viña y diferenciarse; generar una reputación sólida basada en la riqueza y diversidad varietal de una tierra atrapada entre mar y montaña.
Pero la neutralidad de España durante la I Guerra Mundial hizo que las bodegas y viticultores del Penedés reemprendieran el cultivo y producción de vino a granel para satisfacer la demanda que, principalmente los productores franceses e italianos no podían llevar a cabo.
La sumoll tendría que esperar. Eran tiempos de destilados y burbujas en Penedés.
Sin duda, otro punto de inflexión que relevó a nuestra protagonista al ostracismo se produjo durante los revolucionarios 70’. Nuevos nombres (Jean Leon, Miguel A. Torres o las familias Raventós y Ferrer), obedecieron a una nueva visión de la elaboración basada en la calidad. Para ello restauraron el jardín ampelográfico, renovaron métodos de elaboración y realizaron inversiones en pagos y fincas de calidad que, sin embargo, veían como el perfil de sus vides respondía a la tendencia de la época consistente en valorar especialmente a las variedades nobles internaciones.
NUEVOS NOMBRES (JEAN LEON, MIGUEL A. TORRES O LAS FAMILIAS RAVENTÓS Y FERRER OBEDECIERON A UNA NUEVA VISIÓN DE LA ELABORACIÓN BASADA EN LA CALIDAD.
Se generaba así la gran paradoja del Penedés. Si en los setenta los pioneros del sector implantaron variedades internacionales para la elaboración de vinos de calidad y poder competir así con el gigante francés; hoy, los nuevos viticultores miran al pasado y a su tierra, para de la mano de variedades autóctonas como la sumoll, encontrar su lugar diferencial en un mercado que padece los estragos de la globalización mediante una suerte de homogeneizació