En Palma de Mallorca lo pagano se mezcla con lo religioso el día 1 de Noviembre. El denominador común entre las costumbres de divinos y herejes son los confites típicos de Todos los Santos, que endulzan las celebraciones con delicias típicas mallorquinas para todos los gustos.
Redacción
El origen de la fiesta de Todos los Santos puede encontrarse en la celebración celta del Samhain, momento en que se celebraba el inicio del año nuevo, el 1 de noviembre. Estos días abrían el periodo de oscuridad en que la frontera entre vivos y muertos desaparecía y los espíritus volvían a la Tierra, se hacían profecías, hogueras, sacrificios, estruendos y aquelarres.
Posteriormente, durante los 400 años de la dominación romana en tierras celtas, la tradición del Samhain se combinó con dos festivales que ensalzaban por un lado a los difuntos y por otro a la diosa Pomona.
A principios del siglo VII, el papa Bonifacio IV cristianizó la celebración y designó el 1 de noviembre como día de Todos los Santos (All Hallows) y la noche de Samhain pasó a llamarse Noche de Todos los Santos o All-Hallows Eve (más tarde Halloween).
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