«LA CATATERAPIA ES UNA LLAMADA A HACER DE LO COTIDIANO UN MOMENTO ESPECIAL CON LA COMPAÑÍA DE UN VINO»
¿Recuerdas algún momento de tu vida en el que el vino jugara un papel muy importante?
Hace cerca de 15 años llegué a Barcelona por un trabajo que nada tenía que ver con el vino. No conocía a nadie. Me costó mucho comenzar a tener una vida social hasta que un día pensé en el vino. El vino es hablador, sociable, expansivo, ayuda enormemente en las relaciones, es divertido. Adentrarse en el mundo de las catas, las visitas a bodegas, las comunidades de amantes del vino… es una forma de socializar excelente.
¿Un vino que te ha dejado una huella imborrable?
Diría que hay muchos vinos que me han dejado huella, muchos. He bebido a veces grandes vinos y los he disfrutado pero que un vino de 100 euros te impresione, es lo esperado. Quizás por eso recuerdo más pequeños vinos que me sacudieron el alma. Me viene a la cabeza Roque Colás de Calatayud, un vino sencillo, natural, lleno de verdad o un rancio de Alta Alella que conocí hace poco, con más de 30 años de madera pero lleno de fuerza. Desde luego hay muchos vinos de menos de 10 euros que he conocido catando para escribir mis libros que me han dejado huella: Artuke de Rioja, Alvear PX de añada de Montilla, Ermita del Conde Albillo Centenario. Muchos.
¿Por qué elegiste la cifra de 10 euros para mostrar que hay buenos vinos por debajo de este precio?
Venimos de tiempos de crisis y 10 euros es un límite razonable para la compra de un buen vino. En mi libro se encuentran grandes hallazgos entre 5 y 10 euros. Muchas veces son vinos de pequeñas bodegas, de artesanos, a veces de territorios poco conocidos. Todo esto puede ayudar a encontrar vinos que ofrecen muy buena relación calidad/precio.
¿En qué viñedo se te ha parado el tiempo?
Dicen que quien tiene magia, no precisa trucos, y creo que eso pasa siempre que paseas por un viñedo. Hay algo telúrico en esos paisajes que te atan a la tierra y te dan ganas de decir: ‘Aquí me quedo’. Recuerdo muchos viñedos pero si tuviera que elegir un paisaje soñado quizás me quedaría con los amaneceres brumosos de Ribeiro, cuando la niebla del río envuelve la viña y tiñe con un tono de nostalgia el ambiente. Son paisajes que te hacen mirar hacia dentro.
«SI TUVIERA QUE ELEGIR UN PAISAJE SOÑADO, ME QUEDARÍA CON LOS AMANECERES BRUMOSOS DE RIBEIRO»
¿Un país en el que no esperabas tanto disfrutar con sus vinos?
Suiza. Descubrir los paisajes aterrazados del viñedo de Lavaux, declarados patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, fue una de esas emociones que te llevas en el alma. En la zona de Valais descubrí una variedad llamada petite arvine que me enamoró. También me sorprendió la calidad de algunos vinos de pinot noir suizos y por supuesto, sus vendimias tardías, vinos licorosos inolvidables. Y por cierto, los precios no eran tan caros.