La pasta italiana se rinde a la salsa
Para elegir el vino hay algunos trucos que podemos seguir, teniendo en cuenta si la salsa llevará principalmente tomate, queso, hierbas o marisco.
Las salsas que llevan tomate son más ácidas y a menudo pueden estar acompañadas de carne, como por ejemplo el Ragú o la Bolognesa.
Nuestra recomendación es evitar añadir más acidez a la combinación, así que descartamos los blancos muy jóvenes y frescos y nos decantamos por un tinto de cuerpo medio y poca o ninguna madera.
En Italia, la tradición nos lleva a servir este tipo de pastas con vinos de Chianti, región de la Toscana en la que el tinto tiene fuerte personalidad.
Si no queremos seguir un maridaje tradicional, los vinos tintos de la región italiana de Valpolicella, un tinto del Ródano (por ejemplo, este) o una Garnacha con buena carga de fruta serían buena opción.
Si la salsa incluye albahaca, aceite de oliva y queso parmesano poco madurado (es decir, la salsa pesto y sus variantes), un vino blanco con elevada acidez y aromas de flores o frutas puede aportar una buena armonía.
Un Sauvignon Blanc, un Pinot Grigio o un cava o espumante frescos podrían ser la elección.
Cuando los quesos se apoderan del plato, la salsa se vuelve un gran aliado en la armonización. Muchos vinos maridan bien con los quesos cremosos, pero si quieres saber nuestra opinión, nosotros serviríamos este tipo de pasta italiana con un vino blanco untuoso.
Un Chardonnay fermentado en barrica o un Sauvignon Blanc con Semillon de la región Pessac – Léognan en Burdeos.
Los platos de pasta con salsas en las que el marisco es el invitado de honor requieren especialmente un vino de calidad. Muscat, Gewrztraminer, Riesling o Torrontés pueden aportar un gran potencial aromático al maridaje.
¿Y el vino rosado?
Efectivamente, el rosado es el gran olvidado en muchas mesas. Se elabora con uva tinta pero reduciendo el tiempo de exposición de las pieles con la pulpa (las partículas que dan color al vino se encuentran en la piel de la uva).
En la pasta con salsas de tomate, el rosado también puede ser un gran amigo. No estamos hablando del Lambrusco sino de rosados como los que se elaboran en el sur de Francia, en Provenza o Rosellón.
El vino rosado ha sido un vino poco reconocido durante muchos años, porque hacerlo es fácil pero hacerlo bien, no tanto. Por suerte, cada vez más recibe el lugar que se merece. Vinos con poco tanino y buena acidez, que cuando son de calidad son versátiles y se disfrutan mucho.
Excelente gracias
Me gusta mucho y creo que el pairing con el vino es muy importante.
¡Gracias Francesco! Nada mejor que una buena pasta servida con un vino que nos encanta 😉