Bisila Bokoko es una de las mujeres españolas más influyentes en el entorno de negocios en Estados Unidos. Desde España hasta Nueva York, ha transformado el mundo empresarial, inspirando a audiencias y organizaciones y dejando una huella imborrable allá donde va. Una mujer inspiradora y viajera que se siente feliz en cualquier lugar.

Céline Pireaux

Si hay alguien que personifica la pasión por el cambio y el espíritu emprendedor, es Bisila Bokoko. Esta emprendedora galardonada es una verdadera polifacética. Fundó BBES International, una empresa de consultoría que ayuda a las empresas en temas internacionales, y es conductora del show BBKnowsBest en Youtube. Además, tiene su propia fundación, BBALP (Bisila Bokoko African Literacy Project), donde crean bibliotecas en África.

Bisila Boko ahora también es autora del libro «Todos tenemos una historia que contar«. A pesar de su intensa agenda, siempre encuentra tiempo para disfrutar de las cosas buenas: los viajes (muchos) y el vino. Sí ¡también tiene su propio vino, Bisila Wine! ;-)

Has sido galardonada con el título Citizen of the World por las Naciones Unidas, eres conferenciante internacional y autora, entre otras cosas. Tu trayectoria es muy inspiradora, ¿cómo llegaste hasta aquí?

Soy hija de padres africanos nacida en España en los años 70, cuando en España no había ningún tipo de diversidad. Durante mi infancia, siempre fui la única niña negra en todos los colegios a los que asistí. Cuando acabé la carrera, las empresas tampoco estaban muy abiertas a considerar la diversidad cultural como ventaja competitiva frente a otras empresas.

¿Qué te impulsó a transformar esos desafíos en oportunidades?

Tuve varias circunstancias que cambiaron mucho mi estructura de pensar. Pasé de ser la víctima a la creadora de mi vida gracias al libro «Tus Zonas Mágicas«. Fui a vivir a Nueva York, que era el sueño de mi vida, y acabé dirigiendo la Cámara de Comercio de España en Estados Unidos.

¿Cuando te mudaste a Nueva York empezó realmente tu carrera?

Sí. Empecé como becaria en la oficina del Instituto Valenciano de la Exportación. Luego me ofrecieron el puesto de Marketing Manager y, después, el gran salto profesional vino a través de la Cámara de Comercio, porque era un tiempo muy interesante para las relaciones económicas entre España y EE. UU. España pasaba de ser un país que exportaba a un país que invertía.

Antes, la moda y la cultura ni siquiera estaban consideradas dentro de la Cámara como sectores importantes. Yo siempre pensé que la cultura es muy importante, porque habla de los países y es una forma de introducción a un mercado. Utilicé mucho ese canal para que se conociera más España en EE. UU.

¿Así empezaste a construir tu network?

Sí, porque tanto los empresarios americanos que venían a España, como los españoles que venían a EE. UU. pasaban por mis manos. Me proporcionó una red muy importante, y eso da muchísima riqueza profesional y oportunidades.

Bisila Wine, BBES, Bisila Bokoko African Literacy Project… ¿Cómo empezaste a emprender en tantos ámbitos?

Tuve un despido que cambió mi vida completamente. Lo que más miedo me daba en la vida era emprender, y decidí ser emprendedora. No quise que nunca más me volvieran a echar, y no me puedo echar a mí misma de mi propia empresa (Risas). Decidí trabajar por mi cuenta, dedicándome a mi propio autoconocimiento y tratar de llevar esa personalidad a mi propia empresa.

¿Eres una emprendedora autodidacta?

Mis padres eran muy estrictos. Desde muy pequeña me dijeron «Mira Bisila, eres negra y eres mujer, y con eso vas a tener que vivir toda tu vida«. Además, como primera generación de inmigrantes africanos en España, lo que hagas va a afectar a cómo la gente nos vea. Entonces desde pequeña tuve que tomar responsabilidades muy grandes.

¿Qué querías ser cuando eras pequeña?

¡En realidad quería ser actriz! Quería dedicarme a pasármelo fenomenal, viajar… Tenía muy claro que me gastaba eso, pero mis padres dijeron que ni se me ocurriera la idea de que iban a pagarme la carrera de arte dramático, tenía que estudiar cosas serias. Entonces estudié Derecho y Económicas y un Máster en Dirección de Empresas.

Y ¿te gustó?

No lo hice a disgusto, ¡lo disfruté! Invertí mucho en idiomas, en aprender inglés, francés… Siempre tuve muy claro que quería ser una ciudadana global, y eso significa entender el mundo. Siempre tuvo mucho interés por viajar y eso me ha dado la oportunidad de trabajar en muchos lugares del mundo. En mi faceta nueva de conferenciante, me ha ayudado a entender la mentalidad de otros países, sus culturas… es bueno estudiar eso. ¡Yo estudio todos los días!

¿Te gusta viajar?

Es una adicción, no es que me guste… ¡me rechifla viajar! (Risas)

Tienes muchísimos proyectos en marcha, también viajas mucho por trabajo, ¿como mantienes el equilibrio con tu vida personal?

Intento que todos los viajes de trabajo también tengan diversión. Si voy a Colombia o Ecuador, voy a cenar con las personas, ver a las comunidades… Siempre me gusta que haya una actividad social dentro de todos los viajes que hago, quiero conocer realmente la realidad del país. Luego, dedico el verano y Navidades para mi familia. Cada ocho semanas hago mini viajes con mi marido y en verano, cuando mis hijos tienen vacaciones, viajamos en familia.

¿Qué es lo que más te entusiasma de viajar?

No es ver monumentos o museos, aunque me encantan, sino conocer realmente a la gente. Creo que te dice mucho del país, te ayuda a abrazar la diversidad y a ser mucho más empático con las personas y entenderlas.

¿Algún otro proyecto en marcha?

En abril fui tres semanas a Kenia, a Masai Mara. Allí hay el proyecto ADCAM, apoyando a la comunidad Masái. Lo hace mi amiga Rosa Escandell y llevamos mucho tiempo trabajando juntas en este proyecto.

¿Viajes planeados para este verano?

Tengo pensando ir a Mallorca y a la Toscana. Tuve la oportunidad de estar en Toscana y escribir mi libro, ¡y me enamoré! Luego, a finales de año, iré a Sao Tomé y Príncipe, en África. A muchísima gente ni sabe ni dónde está, ¡pero ahí está! (Risas)

¿Alguna persona que te ha inspirado a lo largo de tu carrera?

He tenido la suerte de tener dos abuelas que me han inspirado muchísimo. Mi bisabuela creó un colegio. Mi abuela paterna me conectó con mis raíces, me hizo amar lo que soy y saber de dónde vengo. También tengo un círculo de mujeres en mi equipo maravilloso que me inspiran. Siempre leí biografías de mujeres desde pequeña. Creo que me he construido a raíz de estas mujeres. Cada una me ha dado un trocito de fuerza en mi vida.

¿Y un trocito de inspiración para tu libro?

Ahí cuento todas las biografías, hablo de los consejos que a mí me han servido para poder emprender, para entender la diversidad… También para cuando nos pasan cosas malas, cuando hay relaciones o situaciones profesionales que se rompen… ¡Me hace tanta ilusión que lo leas!

El año pasado has ganado el Award for Commitment to Diversity. ¿Cómo crees que las empresas pueden comprometerse más con la diversidad y la inclusión?

Primero formándose, porque muchas empresas no entienden la diversidad y la inclusión, simplemente lo ven como un check box. Muchas empresas solamente hablan de diversidad, pero no están actuando en la diversidad. La diversidad no es natural, es como un músculo. Hay que trabajarlo todos los días.

Siempre digo que diversidad es que te inviten a una fiesta e inclusión es que te saquen a bailar. Y ahí nos falta mucha gente que baile, en las empresas todavía no le sacan a bailar. (Risas)

¿Desafíos en tu carrera?

El síndrome del impostor. A veces el miedo más grande que uno tiene no es el miedo al fracaso, sino el miedo al éxito. Eso ha sido otro de los frenos importantes en mi carrera. También el medio de hablar en público, que con el tiempo he ido trascendiendo ¡y ahora no paro de hablar! (Risas)

¿Ahora tu casa está en Nueva York?

Sí, llevo 23 años viviendo allí.

¡Recomiéndanos restaurantes en Nueva York!

Me encanta Michaels, o Lafayette para un brunch. La Goulue también me gusta mucho.

¿Y en España?

En Madrid, soy muy fan de todos los restaurantes del Grupo El Paraguas: Ten Con Ten, Numa Pompilio, Aarde… En Valencia, en mi casa es tradición ir a La Marcelina a comer paella. En cada sitio tengo un lugar de encuentro y esto me gusta mucho.

En 2010 has creado tu empresa de vinos, Bisila Wine, ¿cuál es tu vino favorito?

Soy muy fan de Emilio Moro y de Matarromera. Siempre admiro a otras personas que llevan mucho más tiempo que yo haciendo las cosas. Me gustan los vinos españoles, sudafricanos, chilenos… Soy muy abierta a la hora de entender y sobre todo, ¡me encanta el champagne! Me gustan los blancos, el Sauvignon Blanc, y los verdejos. En cuanto a vinos tintos me gusta el Pinot Noir. Los vinos de Rioja y los Rieslings alemanes, y también los vinos dulces franceses como los Château d’Yquem y los Sauternes.

¿Cómo eliges un vino?

Elijo los vinos de manera bastante intuitiva, mirando la etiqueta, los precios… depende también del tipo de cena que sea, lo que vaya comer, y también el mood que tenga.